Estados Unidos declara la guerra a la manipulación electoral: ¿qué impacto tiene la nueva ley «BOT»?

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Noviembre de 2020 está a la vuelta de la esquina y Trump se enfrenta a la posibilidad de conseguir su segundo mandato. El partido demócrata está en pleno proceso de primarias para escoger a su candidato y la actualidad en Estados Unidos se lee en clave de elecciones en todo momento.

Entre los muchos frentes abiertos (regulación de las armas, seguro médico para todos e inmigración) vuelve el fantasma de los bots políticos y su capacidad para manipular al electorado estadounidense.

¿Cómo conseguir elecciones libres de manipulaciones e influencias externas?

Esta es la pregunta que se han hecho muchos políticos americanos (e internacionales) durante los últimos cuatro años. California le ha dado respuesta aprobando la ley “BOT” (Bolstering Online Transparency bill, también conocida como BOT bill) que entró en vigor el 1 de julio de 2019.

La BOT bill de California: ¿Qué regula esta ley?

La ley BOT exige que cualquier bot, que intente influenciar el comportamiento de los residentes de California con el fin de incentivar que voten en un determinado sentido o adquieran un determinado producto o servicio, deberá identificarse claramente como tal, es decir, como un bot.

La responsabilidad recae en todo momento sobre el creador del bot. Las plataformas online y redes sociales, donde suelen operar estos bots (como Twitter, Facebook, etc.) quedan exentas de cualquier responsabilidad.

¿Qué sanciones prevé la ley BOT?

La ley no otorga a los consumidores afectados acción directa de reclamación por el incumplimiento de la obligación de identificarse como bot.

Sin embargo, al formar parte de la Ley de Competencia Desleal de California, bajo la cual el Attorney General de California tiene amplias facultades para establecer multas de hasta 2.500 USD por incumplimiento (así como imponer equitable remedies) las sanciones asociadas al incumplimiento de la ley BOT podrían resultar significativamente elevadas.

Impacto

Aunque se trata de una ley extremadamente breve (una página y media), sus implicaciones pueden ser muy relevantes. El texto, sencillo a primera vista, en la práctica presenta ambigüedades empezando por la definición de “bot” y el tipo de comunicaciones que quedan sujetas a esta ley.

Esto podría afectar en gran medida, no solo a los bots políticos, sino a grandes (o pequeñas) compañías que utilizan herramientas para automatizar sus redes sociales, promocionar sus productos en internet o comunicarse con sus clientes.

El radio de impacto de la ley es imponente, todas aquellas empresas americanas o internacionales que activamente se comuniquen o promocionen sus productos a residentes de California, podrían verse afectadas por ella.

Profundicemos un poco más sobre las ventajas y los riesgos asociados con la BOT bill.

Ventajas

Sin duda se trata de una ley pionera, valiente, que se atreve a abrazar la difícil tarea de regular la tecnología. Aún con sus carencias, (ya os avanzo que la exclusión de la responsabilidad de las plataformas digitales es su mayor talón de Aquiles), envía un mensaje claro: internet y las redes sociales no son un espacio sin ley, al margen de Estado de derecho. La libertad de expresión tiene límites y California está dispuesta a reconocerlos y protegerlos.

La aplicación de esta ley tiene como objetivo combatir la desinformación y la manipulación. De alguna forma lo que se busca es disolver el efecto silo que se genera en internet, donde es fácil perder de vista la realidad. Ya sea por el efecto de filtro burbuja o porqué los bots ayudan a crear una sensación falsa, realzando ciertas tendencias, enfatizando comportamientos y posicionamientos políticos, haciéndonos creer que determinados eventos están teniendo un impacto mucho mayor del que tienen en realidad.

Es innegable que internet y las redes sociales han cambiado la forma de hacer política y son una parte esencial de la relación de los ciudadanos con las administraciones públicas. Son, en gran medida, la ventana a través de la que leemos e interpretamos la realidad que no podemos verificar en nuestro entorno.

Este efecto no se limita a las elecciones estadounidenses. En las últimas elecciones europeas y españolas pudimos ver el efecto de las redes sociales en los resultados electorales. Los bots políticos están afectando a las elecciones en todo el mundo.

Riesgos y flaquezas de la regulación de los bots políticos

Precisamente por la dificultad que tiene abordar la realidad tecnológica actual, la ley BOT no está libre de flaquezas que podrían minimizar su impacto en la práctica.

Se trata de (i) la ambigüedad de la definición de “bot”; (ii) la exclusión de responsabilidad de las plataformas digitales donde operan estos bots; y (iii) la limitación de los mecanismos de enforcement de esta regulación.

  1. Ambigüedad en la definición de bot

La definición de bot, no es un elemento trivial. Esta definición fija la frontera de los robots que estarán sujetos a la nueva normativa y los que no, y aquí entramos en un terreno algo difuso. La Ley define bot como “an automated online account where all or substantially all of the actions or posts of that account are not the result of a person” (es decir, una cuenta online automatizada donde todas o la mayoría de las acciones o las publicaciones no las hace una persona).

Claramente, esta definición tiene en mente las cuentas “falsas” que es habitual encontrar en Twitter, Facebook o Instagram, pero también podría afectar a otros tipos de bots con los que tenemos contacto prácticamente diario: los bots y chats automáticos que se ocupan del servicio al cliente, servicios post venta. Según Microsoft, en 2025 el 95% de las interacciones con los consumidores se llevarán a cabo a través de bots.

Los bots, al fin y al cabo, son programas de software que se ejecutan de acuerdo con determinadas instrucciones. Estos instrumentos automatizados operan en internet, pero también se utilizan para realizar llamadas de teléfono comerciales masivas o con distintas finalidades, como comprar productos de forma masiva, por ejemplo, entradas a conciertos. Solo algunas de estas funciones recaen en el objeto de la ley BOT.

¿Qué pasa cuando estas cuentas están gestionadas por personas y no por bots?

Las cuentas de redes sociales que buscan influenciar las opiniones políticas de la ciudadanía son variadas y no se pueden reducir a una única tipología. En algunas ocasiones los bots se utilizan para conseguir aumentar el número de seguidores y aumentar su notoriedad pero las publicaciones en sí mismas están cuidadosamente preparadas por las personas que controlan estas cuentas. Personas, no bots.

A veces este tipo de cuentas falsas, se dedican exclusivamente a retwittear o compartir noticias o publicaciones verídicas de otros perfiles verdaderos. Así consiguen que ciertas historias se magnifiquen, se conviertan en trending topic y generen una apariencia de impacto mucho mayor. El contenido que comparten sigue siendo verídico, aunque se haya magnificado su impacto. ¿Es esto difusión de información o manipulación?

La mayoría de influencers y marcas utilizan herramientas de programación y automatización de sus publicaciones en redes sociales (cuyo objetivo es evidentemente comercial) aunque en sí mismas, las publicaciones las han redactado y diseñado cuidadosamente los equipos de marketing. ¿Este tipo de prácticas también quedan afectadas bajo la ley? No está claro.

Es difícil encontrar el equilibrio entre la sobre-regulación y una redacción tan escueta que abra la puerta a que muchas de las cuentas “manipuladoras” no cumplan con sus requisitos. Quedará en manos del Attorney General y de los jueces de California establecer las diferencias y resolver las ambigüedades de esta definición legal.

¿Cómo es un bot que cumpla con la ley de California en la práctica?

El bot: https://twitter.com/Bot_Hertzberg.

  1. ¿Por qué la ley de California no establece obligaciones para las plataformas digitales?

Los primeros borradores del proyecto de BOT bill exigían que las plataformas online permitieran a sus usuarios identificar y denunciar a usuarios que presuntamente vulneraran la ley BOT. En Este caso de recibir tal notificación, las plataformas debían, en el plazo de 72 horas, investigar y determinar si esa cuenta estaba operada por una persona o un bot. En caso de que se determinara que se trabaja de un bot, debería decidir si eliminar el bot o simplemente identificarlo como tal.

Además, se le exigía que enviara al Attorney General, informes bimensuales de las notificaciones recibidas y las acciones tomadas. Sin embargo, estas propuestas no forman parte de la versión en vigor de la ley.

La exclusión de responsabilidad de las plataformas digitales ha sido muy criticada. Por un lado, porque las plataformas digitales están en disposición de eliminar cuentas, identificar bots y reducir de forma efectiva su influencia y su impacto en la ciudadanía. Esta actividad es compatible con las actividades de control y filtrado de contenido que ya realizan de forma sistemática las redes sociales.

Por otro lado, confiar en que la auto-identificación parece una herramienta de corto recorrido. ¿Cuál es la probabilidad de que cuentas que realmente tengan como objetivo influenciar la opinión de los ciudadanos decidan cumplir con esta normativa y autoidentificarse como bots?

Eliminar toda responsabilidad de las plataformas digitales afecta significativamente a las posibilidades de éxito de esta ley. Las plataformas no tienen un incentivo poderoso para ejercer mayor vigilancia sobre las cuentas y el contenido político y comercial que se comparte en sus redes. Sin el apoyo de las plataformas, la efectividad de esta ley dependerá únicamente de los recursos y la capacidad de enforcement de la que dispongan las autoridades Californianas. Lo que nos lleva a la tercera flaqueza.

  1. Mecanismos de enforcement limitados

La gran pregunta que queda por resolver es la capacidad del Estado de California para identificar y perseguir los incumplimientos derivados de la ley BOT. Ahora que las plataformas digitales no tienen una obligación explícita para identificar cuentas operadas por bots y eliminarlas, es el Estado de California quien debe realizar esta labor de detección. ¿Cuenta con los recursos suficientes? ¿Cuál será la reacción de las plataformas digitales?

Dudas sobre la constitucionalidad de la ley

Al margen de las flaquezas que veíamos hace un momento, planea sobre la aprobación de esta ley la duda sobre su compatibilidad con la primera enmienda de la Constitución estadounidense que protege la libertad de expresión.

Tal como señala John Frank Weaver, en su artículo Everything Is Not Terminator We Need the California Bot Bill, But We Need It to Be Better, publicado en el Journal of Robotics, Artificial Intelligence & Law, la primera enmienda no hace referencia en ningún momento a personas físicas, tal solo dice que los gobiernos federal, estatales y locales no deberán publicar ninguna ley que reduzca la libertad de expresión. Por tanto, el argumento de Weaver es que el lenguaje generado a través de inteligencia artificial también está protegido por la constitución. Inclusive el derecho al anonimato tanto de personas como de robots impulsados por inteligencia artificial.

Está por ver si, la ley BOT se encuentra dentro de los límites constitucionalmente aceptables, bajo derecho estadounidense, para regular la libertad de expresión o no.

Llegan nuevas propuestas para regular los bot políticos

A la vista de la anterior regulación, se ha presentado una propuesta para regular los bots políticos a nivel federal, la Bot Disclosure and Accountability Act. Este proyecto de ley requeriría que las compañías propietarias de redes sociales identifiquen todos los bots que operan en sus plataformas y prohibiría a las campañas políticas de Estados Unidos el uso de bots falsos en redes sociales con fines de publicidad política.


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