De las Apps a las DApps (aplicaciones descentralizadas): ¿un nuevo modelo de negocio en las redes sociales?

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DApp es el acrónimo de “Decentralized Applications” y a diferencia de las “Centralized Applications” se trata de una modalidad de aplicación cuyo funcionamiento no depende de puntos de control o servidores centrales, sino que funciona en una red descentralizada. Por tanto, una red en la que sus usuarios tienen el control total del funcionamiento de la misma sin que exista un agente central que fiscalice y gestione los registros y acciones de los usuarios.

App es el acrónimo de aplicación o servicio y son centralizadas cuando existe un servidor central, propiedad de una empresa que controla las acciones de los usuarios, almacena sus datos e incluso censura su comportamiento. Ejemplos de Apps los encontramos en aplicaciones como WhatsApp, Youtube, Meta, Twitter o Instagram, bien conocidas por todos. En el supuesto de las redes centralizadas la empresa propietaria domina y controla su funcionamiento y monetiza toda la actividad. Los usuarios, por tanto, proporcionan un contenido por el que perciben unos beneficios económicos mucho menores (modelo comercial basado en publicidad y anuncios) y siempre a merced de los requerimientos de poder centralizado.

Este poder absoluto permite a la empresa detrás de esos servicios, adoptar y alterar determinado algoritmo y, con ello, beneficiar o perjudicar a los usuarios seleccionados con lo que queda en entredicho el trato igual que se merecen todos los usuarios por el solo hecho de confiar en la plataforma. Pero lo cierto es que el lema sería: “o lo tomas o lo dejas”. Las empresas propietarias todopoderosas actúan como mandatarios autoritarios y los usuarios como súbditos obedientes.

Así las cosas, surgen las DApps, frente a este modelo tradicional de Apps, como un movimiento revolucionario frente al poder centralizado.  No es nada nuevo. Según señala bit2me Academy (¿Qué son las DApps?) las primeras DApps conocidas se vieron en los protocolos de compartición de archivos como BitTorrent o DC++. En ambos casos, se trata de sistemas peer-to-peer de compartición de archivos con alta resistencia a la censura. Sin embargo, recuerdan que la primera DApp usando blockchain fue el mismísimo Bitcoin. Esto es así, porque su estructura y funcionamiento ofrecen la primera DApp blockchain de la historia que obtiene éxito. Ahora bien, el momento de popularización de las DApps aparece con la presentación de Ethereum, su lenguaje Solidity y su capacidad de ejecutar Smart Contracts, presentándose como una nueva forma de interacción entre los usuarios, el mundo real y el virtual.

Por tanto, las características esenciales de una red descentralizada serían:

  • Transparencia, al estar basadas en la tecnología blockchain.
  • Democracia, al no existir un poder centralizado sino un gobierno y gestión por parte de los miembros de la comunidad.
  • Privacidad, al permitir un mayor y directo control de los datos por parte de los usuarios.
  • Seguridad,  al ser más infranqueables ante los ataques cibernéticos.

Todas estas características empiezan a verse como una ventaja para crear redes sociales descentralizadas frente a las redes sociales tradicionales, puesto que, una de las buenas cosas o beneficios que se predica de las redes descentralizadas es la ausencia de censura, en el sentido en el que se conoce actualmente en referencia a las Apps, ya que, al no existir el servidor central, los propios usuarios asumen la responsabilidad por el contenido vertido y compartido en la red.

De entrada, puede parecer por tanto que una red social descentralizada permite a los usuarios un mayor autocontrol porque les concede autonomía sin una autoridad central que imponga restricciones, evitando la censura, protegiendo la “propiedad” de los datos personales e intentando que el contenido vertido por la comunidad de usuarios sea fruto de la libertad de expresión.

Los enormes beneficios económicos de estas redes federadas no serían para la empresa propietaria (que no existe como en las redes sociales tradicionales, Facebook, Instagram, etc.), sino que serían para la comunidad a través de tokens sociales, propinas y NFTs. De ahí su creciente importancia y el interés que suscitan actualmente.

Entre las redes sociales descentralizadas existentes destacan, por ejemplo, Mastodon, que es una red social con una estética y funciones parecidas a las de Twitter utilizando una federación descentralizada de servidores (código libre y abierto que está publicado al alcance de todos en su perfil en Github). Su importancia y repercusión social van en aumento, como lo demuestra que las instituciones europeas han abierto cuenta en Mastodon y lo han hecho en una instancia propia en la que solo se pueden registrar las propias entidades comunitarias, EU Voice (noticia publicada por Business Insider).

Del mismo modo, la poderosa red social LinkedIn tendrá su primer competidor descentralizado: Entre.  La red descentralizada ha sido lanzada por la Fundación DeSo, experta en web3 y blockchain y permitirá a trabajadores y profesionales de todo tipo, comunicarse y realizar networking publicando contenidos. Además, la aplicación también funciona como como Marketplace y como centro de reuniones virtuales. El nombre Entre proviene de la palabra en inglés, “entrepreneur“ (noticia publicada por be[in]crypto).

El surgimiento de este nuevo modelo de interacción social federado (Fediverso) en definitiva persigue acabar con la censura impuesta en favor de una censura autorregulada, eludir la publicidad invasiva y monetizar el contenido propio por parte de los usuarios a través de token sociales y NFTs.

Ahora bien, aunque se han creado redes sociales descentralizadas y están funcionando, la mayoría de expertos señalan que están en una fase muy embrionaria y se cuestionan su escalabilidad por razones técnicas. Se añaden a las dificultades técnicas para su desarrollo, además, los límites legales.

Entre las cuestiones legales que más preocupan se encuentra. (a) la ausencia de censura controlada, si bien favorece la libertad de expresión, puede llevar al efecto contrario y generar contenido ilegal; (b) la privacidad y control de datos personales en equilibrio con brechas de seguridad y fallos del sistema y (c) la protección de la propiedad intelectual.


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