La próxima revolución contractual empieza desde el salón de tu casa

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Ok Google, ¿qué tiempo va a hacer mañana? Ya se trate de Siri, Alexa, Google Assistant o Cortana, son muchos los que están convencidos de que la tecnología operada mediante reconocimiento de voz es la interfaz del mañana. Se multiplican nuestros intercambios con asistentes de voz y cada vez son más los hogares que cuentan con uno de ellos.

Durante el último año se han instalado más de 40 millones de asistentes de voz inteligentes en casas de todo el mundo, según la consultora tecnológica Canalys. Si se mantiene el ritmo de ventas, es probable que, a finales de 2019, se alcancen los 100 millones de asistentes instalados. Las cifras son realmente espectaculares, en Estados Unidos 8 millones de americanos tienen 3 o más asistentes de voz en sus casas.

Retos en el ámbito de privacidad

La irrupción de estos asistentes en nuestra vida cotidiana plantea muchas preguntas desde el punto de vista de privacidad y protección de datos: ¿cuánta información están recabando sobre nosotros? ¿Nos escuchan? (a esta pregunta tan recurrente mi pregunta es ¿cómo podrían identificar la palabra de activación de funciones si no nos estuvieran escuchando continuamente?) ¿Para qué se utilizan los datos recogidos? ¿Se venden a terceros? ¿Se puede borrar el historial de interacciones con estos asistentes? ¿Cómo afecta a nuestra identidad digital? Este debate es complejo, hay muchos intereses en juego y está condicionado por las diferentes sensibilidades del legislador de cada país a la hora de abordar la protección de datos de sus ciudadanos. Para muestra, el debate entorno al Reglamento de Protección de Datos que entraba en vigor el mayo pasado en la Unión Europea.

Sin embargo, estos asistentes van a tener un impacto relevante en otros ámbitos jurídicos de los que se habla mucho menos, en particular, en el ámbito contractual. Si desde hace siglos la palabra escrita domina la práctica totalidad de los intercambios contractuales, estos asistentes inteligentes están devolviendo relevancia a la oralidad. 

¿Para qué estamos utilizando estos asistentes?

Por ahora la mayor parte de las interacciones y peticiones que se hacen a asistentes de voz inteligentes tienen que ver con el clima, el tráfico, la mejor forma para llegar a un destino o la petición de canciones. Tan solo un pequeño porcentaje de los intercambios con los asistentes están relacionadas con la adquisición de productos o servicios. Un informe reciente sobre los hábitos de los compradores de libros realizada por la consultora Codex Group concluyó que solo el 8% de los encuestados había utilizado Echo (el altavoz inteligente de Amazon) para comprar un libro, mientras que el 13% de los encuestados lo utilizaba para escuchar audiolibros.

Esto es tan solo el inicio del potencial de estos instrumentos. A medida que la tecnología de reconocimiento de voz mejora, Amazon, Google, Apple, Microsoft y el resto de compañías serán capaces de construir redes seamless en las que la voz conecte a estos asistentes inteligentes con infinidad de otros sistemas y aparatos. Alexa a día de hoy, ya está instalada en 20.000 [smart home devices] fabricados por más de 3.500 marcas distintas.

¿Puede afectar el retorno de la oralidad a la dinámica contractual?

Por ahora, no es posible completar ninguna transacción a través de un asistente de voz. Por ejemplo, en el caso de Alexa. Una vez se indica a Alexa cuáles son los productos que se quieren adquirir, esta enviará un email automático con la relación de productos y se requerirá al consumidor que confirme la orden de compra y preste su consentimiento a los términos y condiciones de Amazon.

Asimismo, Alexa permite que terceros creadores de las aplicaciones de voz para Alexa (Alexa Skills) utilicen el cauce arriba descrito para vender sus productos y servicios.

Ahora bien, es fácil imaginarse cómo con el paso del tiempo se buscarán mecanismos que permitan completar las transacciones a través del asistente de voz inteligente. Para ello será necesario eliminar los riesgos relacionados con la confirmación de la identidad de la persona que está iniciando la compra, establecer sistemas que aseguren la capacidad de contratación del comprador (excluyendo a menores e incapacitados) y encontrar mecanismos que permitan garantizar que el comprador conoce de forma efectiva los términos de contratación para que su prestación de consentimiento sea válida.

En el mejor de los escenarios las limitaciones que presenta la contratación a través de asistentes de voz inteligentes podrían resultar en una simplificación de los términos y condiciones de los contratos. Recuperando cierta simetría de información entre las partes implicadas.

Por último, los asistentes de voz pueden convertirse en una herramienta de inclusión. Personas con dificultades visuales, iletradas o con un escaso domino de las herramientas tecnológicas pueden encontrar en el retorno de los contratos orales una forma de autonomía que los actuales sistemas de contratación no ponían a su alcance.


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