Legal tech en la vida real: el arte de resolver problemas complejos de forma creativa

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Creatividad y derecho. Se trata de dos conceptos que suenan a opuestos, pero tienen importantes puntos de encuentro. Según la Facultad de Derecho de Stanford: “el ejercicio del derecho es una función altamente creativa. Los asesores legales más efectivos son aquellos que ofrecen soluciones innovadoras y bien razonadas a problemas complejos”. Ante esta definición parece claro que la creatividad es uno de los caminos que necesitamos recorrer para llegar a esas soluciones innovadoras. 

¿Qué significa ser creativo en el mundo del derecho?

Desde mi punto de vista, la creatividad en el ámbito jurídico se despliega en dos vertientes. Por un lado, sobre el plano sustantivo, vinculado a la naturaleza misma de las normas. La creación de nuevos conceptos jurídicos, como por ejemplo, el derecho a la privacidad desarrollado y dotado de contenido a lo largo del siglo XX. Otros ejemplos son la aplicación analógica de conceptos tradicionales a nuevas circunstancias consecuencia de los retos a los que nos expone la sociedad actual. Así como, el desarrollo o adaptación de categorías jurídicas a blockchain o la inteligencia artificial, como hemos explorado con frecuencia en The Technolawgist. 

Por otro lado, la creatividad impacta en la experiencia del derecho y de la prestación de servicios jurídicos. Se trata de aspectos más formales y a la vez menos tangibles. Es poco frecuente oír hablar de “costumer journey” en el ámbito legal. Raramente vemos a abogados que se planteen cómo viven el derecho sus clientes, cuáles son sus emociones o dónde están los puntos de fricción en el proceso judicial. Como excepción, los legal designers están empezando a explorar estas cuestiones de forma limitada y en ámbitos reducidos.

Algunas técnicas para encender la chispa de la creatividad entre los abogados 

Se puede ser creativo sin ser un legal designer. Partiendo de una visión pragmática y realista, os planteo algunos ejercicios que cualquier abogado (de empresa o de despacho) puede utilizar para fomentar el espíritu creativo en su trabajo y, con un poco de suerte, llegar a alguna solución fuera de lo común. 

Parte de estos ejercicios están inspirados en ejercicios básicos del mundo del diseño y, en particular, de la consultora pionera en design thinking Ideo. Son de dinámicas de trabajo que puedes utilizar en el marco de jornadas de reflexión de tu equipo legal. 

  1. Un día en la vida de…

    La idea de este ejercicio es fomentar la empatía y ser capaz de entender las necesidades de tu cliente más allá de lo que este comunica en sus interacciones contigo. Pretende desarrollar la capacidad de alinear las habilidades claves de los abogados, con las necesidades clave de los clientes. Cuanto mejor conoces a tu cliente y a su negocio, mejor servicio le puedes prestar, más valor añadido y más se afianza la relación. No olvidemos que el derecho es una profesión basada en la confianza. 

    Pasando tiempo con un cliente en su ámbito de trabajo natural, tendrás la oportunidad de detectar detalles de su rutina que de otra forma nunca hubieras podido conocer. Quizá por esta razón, sistemas como los secondments donde abogados de despacho son “cedidos” temporalmente a la asesoría jurídica de una empresa son un mecanismo de fidelización tan importante. 

    ¿Cómo organizar en la práctica este ejercicio? Primero escoge a un cliente relevante y que esté dispuesto a aceptar el reto de compartir un día (o unas cuantas horas) de su vida laboral contigo. Es importante que la presencia del abogado, no altere la dinámica natural de trabajo del cliente. Wl objetivo es tener una experiencia lo más fiel posible a un día cualquier. Será interesante participar en reuniones con otros miembros de su equipo, ver cómo se desarrollan sus llamadas, horarios, interacciones y finalmente entender cómo surgen las problemáticas legales.

    Segundo, el foco del día debe estar en las observaciones, detectando patrones y dinámicas. Cuanto más nos podamos poner en su lugar, mejor entenderemos de que forma podemos ayudarle. Es un buen momento para mapear procesos, desde una perspectiva a la que normalmente no tenemos acceso. 

    Una vez completado el día en el terreno, es importante encontrar un momento para procesar la información e identificar posibles mejores o modificaciones en la forma en la que interactuamos con nuestros clientes.
  2. Brainstorming de malas ideas

    ¿Quién no ha caído alguna vez en una situación de parálisis por exceso de análisis? Esta falta de resolución ocurre cuando nuestro trabajo está demasiado enfocado a la identificación de riesgos o cuando dejamos que el perfeccionismo tome el control de nuestro desempeño profesional. 

    Aquí se trata de liberarse de la rigidez mental que supone tener que encontrar la mejor solución al problema que se nos plantea y crear un espacio donde activar la imaginación y dar rienda suelta a la creatividad. Así que adoptamos un enfoque contra-intuitivo para salir de situaciones de bloqueo.

    Se trata de llevar a cabo una reunión del equipo que esté trabajando en el proyecto (deberían ser menos de 8 personas para que la conversación fuera realmente productiva). Además, es importante que exista un ambiente de confianza y de libertad, si queremos que este ejercicio sea sincero y útil. 

    Una vez en la reunión, es fundamental escribir el reto que se está tratando de resolver en pocas palabras. En ese momento se da un plazo de 5 minutos para listar individualmente las peores ideas que podrían utilizarse para resolver dicho reto. Respondiendo a preguntas como ¿cuál sería la peor forma de resolver este problema? Todas las propuestas tienen cabida incluso las ilegales e inmorales.

    Tras la puesta en común de las ideas, es posible que encontremos la forma de transformar alguna de ellas en buenas ideas o que surja un momento de inspiración que apunte en la dirección correcta. 
  3. Construye un superhéroe

    Este ejercicio es una iteración de actividades que nos animan a explorar cómo gestionar entornos alternativos, como por ejemplo ¿cómo sería un mundo sin abogados o sin jueces? Partiendo del mismo principio, aquí ponemos el foco en inventar superhéroe que diera solución al problema que tenemos frente a nosotros. 

    Para ello, el primer paso es hacer una lista de las limitaciones presentes y los problemas existentes sobre los que queramos trabajar. ¿Cómo sería el mundo si este problema se apoderara de él? Esta reflexión nos ayudara a dibujar cómo debería ser nuestro superhéroe. ¿Cuáles deberían ser sus superpoderes para poder salvar el mundo? ¿Cuáles serían sus aliados y herramientas? ¿Cuál sería su gran debilidad, su talón de Aquiles?

El siguiente paso es crear una imagen clara del antes y después de la intervención de nuestro superhéroe en el mundo. ¿Cuáles son las diferencias? A partir de aquí, el trabajo consiste en reflexionar en maneras de llevar a la realidad los superpoderes que hemos identificado. 


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